Si hay algo que he echado mucho en falta en mi vida académica ha sido la orientación.
Todos a lo largo de nuestra vida y hasta en la vida cotidiana necesitamos del apoyo y los consejos de la gente de nuestro alrededor. Siempre queremos tomar las mejores decisiones o simplemente necesitamos un pequeño impulso para continuar luchando por nuestro objetivo.
En este sentido, los jóvenes son un grupo social que necesita mucho asesoramiento ya que en pocos años sufre grandes transformaciones, que no sabe o no es capaz de gestionar. Además, estos jóvenes en muchos casos tienen un gran desconocimiento sobre lo que les depara el futuro.
Como siempre digo, antes de dar consejos es necesario escuchar qué necesita esa persona. Tendemos a dar consejos en función de lo que a nuestro juicio es lo más correcto, olvidando que quizás esa persona no es lo que necesita.
Enfocando el tema en la orientación académica y profesional, tenemos el Departamento de Orientación como órgano responsable de dar soporte técnico al alumnado para un desarrollo conjunto de su estratégia educativa y laboral, de tal manera, que el centro educativo le provea de las herramientas que este considere necesaria para que tome una elección acorde a sus necesidades y gustos.
En la mayoría de los casos, esta atención pasa por un par de ferias de estudios universitarios y tutorías, donde lejos de realizar un trabajo individualizado, seguimos dando consejos generales que en muchos casos tienen un valor nulo o casi nulo para el que los esta recibiendo. Esto condena directamente al alumno al fracaso. Ya que aunque en muchos casos pueden que se tomen decisiones acertadas, son muchos los que tomarán elecciones no por lo que les remueve sino por condicionantes externos, que quedan lejos de las ilusiones de éstos.
Comentarios
Publicar un comentario